martes, 31 de julio de 2007

¿Qué es un ser humano?

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¿Qué es ser un ser humano? ¿Qué es lo que nos distingue del mono, o del Homo Erectus? ¿Dónde está el punto de inflexión?

¿Se mide en función de cantidades? ¿de nuestra mayor inteligencia, de nuestra mayor capacidad craneal, o alguna cosa por el estilo?

No dejan de ser definiciones un poco cutres y vagas. Y erróneas, ya que, por ejemplo, no somos lo que tienen la mayor capacidad craneal. Lo de inteligencia es relativo, por que sin duda hay animales con habilidades superiores a nosotros (la orientación de ciertas palomas, por poner algún ejemplo chorra), o incluso de aparente organización, como muchos insectos. Tampoco es el hecho de andar sobre las dos patas (ta plagao de bichos que lo hacen), ni tener herramientas. Algunos incluso dicen que es la capacidad de hacer herramientas con herramientas, pero también me parece una chorrada. ¿qué pasa, que si descubrimos que el mono también lo consigue, entonces será.. “ah no.. pues.. mmm.. la capacidad de hacer herramientas para hacer herramientas para hacer herramientas....”? No cuela comunicarse vía lenguaje oral, por que también hay un montón de bichos que lo hacen, como las ballenas. Tampoco parece muy riguroso decir cosas como capacidad de leer o similares.

Por tanto, una de dos: o somos animales igual que los demás o buscamos alguna forma de satisfacer nuestro ego un poco mas seria.

De las definiciones de ser humano que más me gustan, hay una muy interesante. La he leído en “Zapatero y el pensamiento Alicia”, de Gustavo Bueno. Alucino con este pensador que no conocía: extremadamente lúcido y políticamente incorrecto como pocos.

El hecho es que Bueno considera que el hombre consiguió la posibilidad de ser un ‘ser humano’ cuando se estableció como dominador del resto de especies... a las que denominó en grupo “animales”.

En esta frase hay varias cosas muy interesantes:

Primero, que el hombre tiene la posibilidad, que no la seguridad, de ser un ‘ser humano’. Un esclavo tiene coartada su condición de ‘ser humano’, y sólo la conseguirá con lucha, por ejemplo. Tampoco nadie nace siendo un ‘ser humano’, sino que es una condición a ganarse. Por tanto, hombre y ser humano no es lo mismo.

Segundo, a lo largo de nuestra historia, la transición de paso a la condición de ‘ser humano’ es paulatina (no puntual) y no simultánea (no se hizo en bloque sino por zonas geográficas). Hoy en día, habría grupos de hombres que no serían ‘seres humanos’. Y aquí posiblemente muchos empiecen a comprender por qué considero a Bueno “políticamente incorrecto”. Según esta definición, ciertas tribus no se consideran ‘seres humanos’. Ojo..personalmente jamás miraré por encima del hombro (y diría que Bueno tampoco) a una tribu del Amazonas, ya que en cierta forma envidio la vida que, aparentemente eso sí, llevan. Si yo fuera un aborigen de esos, y alguien me quiere decir que no soy un ‘ser humano’, sinceramente me la suda. Es mi vida y no la cambiaría por 10 horas de oficina (alguien trabaja 8?). Intentar ofrecer a estos hombres la condición de ‘seres humanos’ no deja de ser una invasión de su vida que quizás ellos no quieran.

Tercero: ‘ser humano’ no se define con atributos autotéticos sino alotéticos (atributos autotéticos son atributos propios de una cosa, como por ejemplo la inteligencia, mientras que alotéticos son de relación con otras cosas, como por ejemplo la posición dominante – es que me molaron las palabrejas tú). Por tanto, no se es mas ‘ser humano’ por ser más inteligente, si no por ser libre, por ejemplo, que es alotético, refiriéndome a la capacidad de que ningún otro ser me va a limitar de una forma continuada ni va a doblegar mi voluntad.

Unos apuntes.

Si una hipotética civilización extraterrestre llegara y nos doblegara, ¿podría hacernos perder nuestra condición humana? Según esta definición, si.

¿Alcanzaría la Declaración de los Derechos Humanos a estas tribus antes mencionadas? Bueno, no seré yo el que diga que no, aunque según esta definición lo parece. Pero quizás se trata simplemente que el título del documentillo debería ser Declaración de los Derechos del Hombre.

...pero eso ya es sólo cuestión de palabras.

La falsa convivencia

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La tolerancia es una palabra escurridiza y de doble moral. Tolerancia es la “capacidad de dejar a un lado un dogma en bien de la otra persona”. Pedir tolerancia en nombre del respeto de una creencia es un contrasentido flagrante porque pide precisamente lo contrario. Quien exige respeto a su creencia pide que no le obliguen a tocar su dogma. Traducido es: pides permiso para ser intolerante en nombre de la tolerancia.

Voy a seguir metiéndome con la religión, lo siento. No es pa liarla (o si)... pero es que me mola.

Para ello, hablaré de un tema sobre el cual he leído no hace demasiado y que venía a cuento un poco del post que puse de “¿todo el mundo puede creer en lo que quiera si no molesta a terceros?”: se trata de la convivencia entre religiones.

Para ello, voy a llamar a lo siguiente la Regla de los Siete puntos:

1: para solucionar conflictos hay que evitar la violencia y la imposición.

2: Como única alternativa a la violencia e imposición está el diálogo y la tolerancia. Vale. Imponer vendría a ser obligar a una acción sin aceptación previa del pavo que la lleva a cabo. Para no imponer, hay que hacer comprender a la otra persona que esta acción es positiva, y que la asimile de forma sincera. Una vez comprendida, la llevará a cabo por sí misma, y no por temor a ningún castigo artificial.

3: Cualquier fe (buena, mala, religiosa o no) se basa en una creencia sin pruebas, creada a partir de un dogma el cual es unidad atómica.

4: Sin pruebas, no se puede discutir, ni ceder, ni demostrar más acierto o menos en una idea que otra.

5: Por tanto, si no se puede discutir, ni ceder, no se puede negociar ni convencer... no se puede dialogar ni razonar.

6: Total: con fe no se puede dialogar, y por tanto, no hay tolerancia posible.

7: Y por tanto, sin tolerancia, no puede haber convivencia. Con fe, no hay convivencia.

Ya lo estoy viendo: “siiii...que yo he ido a tal país y he visto que conviven la mar de bien hasta que viene uno y la lía... o en tal ciudad hay no se cuantas comunidades que viven en paz total, etc... o en tal época en España todos convivían en paz y....” . Vaya, aparentemente hay contraejemplos. Pero sólo aparentemente.

¿Cómo integrar dos comunidades que una, por ejemplo, creen en el derecho a ir desnudo y la otra lo ve ofensivo? ¿cómo integrar dos comunidades que una cree en la poligamia y la otra en la monogamia? ¿o que las mujeres han de llevar burka, o practicar la ablación, y la otra lo ve una salvajada? Con respeto y tolerancia se dice. Pero analicemos realmente lo que pasa y vemos, tal y como leí del profesor Gustavo Bueno, que puede caer mal pero es una máquina el tío, que la cosa no es tan facil. La cosa acaba en una combinación mas o menos marcada de dos tendencias:

- Se establecen guetos: tu por tu lado, y yo por el mío. Las comunidades cohabitan en el mismo espacio físico pero no interactúan o lo hacen mínimamente. Esto no es convivencia, sino una especie de ‘supervivencia’. Puede haber convivencia entre individuos, pero no entre las dos religiones/culturas. La sociedad en esa situación es como el plástico fracturado pegado con pegamento.

- Se hace una integración de una cultura en otra: se hacen concesiones, se “abre la mente” (qué poco me gusta esta frase) y se establece una convivencia mas o menos precaria, mas o menos plena, en función de hasta dónde llegan las incompatibilidades y hasta dónde se está dispuesto a llegar para solucionarlas.

El primer punto no es convivencia directamente. El segundo punto es el que tradicionalmente se dice es la prueba de la convivencia de religiones. Es lo que se dice ser respetuoso sin perder la fe. Pero hay un detalle importantísimo y revelador que se pasa por alto: para hacer concesiones, se ha tenido que ‘relajar’ la fe. Y esa relajación, no ha venido de ningún anexo en ‘Biblia’ o libro sagrado alguno que diga “Apéndice A: si convives con estos, lo del capítulo tercero no le hagas mucho caso”. La relajación, la tolerancia, ha venido precisamente de APARTAR su fe, y activar su cerebro con una moral que NO es la que pone en su libro y, ahí si, permitir la racionalidad. Han dejado a un lado sus creencias y han puesto por delante de lo que decía su Dios el no liarla con su vecino. Por que, aunque no quieran admitirlo, si seguían al pié de la letra lo que ponía en su libro sagrado no hubiera podido haber convivencia posible. Ahora, ya no son creyentes en su fe, sino en una ‘fe’ nueva: ya no es la religión X e Y, sino la religión (X – a) e (Y – b), dónde ‘a’ y ‘b’ es lo que han tenido que suprimir/añadir para no liarla. Y para esa resta han tenido que utilizar su cerebro, su raciocinio, externo totalmente a su fe. Por que dentro de la fe cerrada no hay tolerancia posible por simple definición de fe

Hay más: a cada conflicto nuevo, habrá que hacer una resta, quitando a, b, c, d, e...... Por ejemplo, ninguna religión pide respeto a las demás de entrada: no están hechas para eso. Y si alguien lo duda solo tiene que leer el Antiguo Testamento. El respeto lo pide cuando ya se ha liado, a posteriori: es una de las ‘c’s, o ‘d’s que se restan. Con el tiempo asociamos este ‘respeto’ a la doctrina original, pero no fue así en el principio. Por ello ahora se dice que la Biblia, por ejemplo, respeta a los demás Dioses si la interpretas bien. Es una forma de disfrazar las ‘c’s y ‘d’s sin poner en tela de juicio la palabra de Dios original. Pero Dios no pide respeto a los otros dioses...los hombres lo añaden por que lo necesitan para no matarse.

La tolerancia es una palabra escurridiza y de doble moral. Tolerar es ceder. Tolerancia es la “capacidad de dejar a un lado un dogma en bien de la otra persona”. Pedir tolerancia en nombre del respeto de una creencia es un contrasentido flagrante porque pide precisamente lo contrario. Quien exige respeto a su creencia pide que no le obliguen a tocar su dogma. Traducido es: pides permiso para ser intolerante en nombre de la tolerancia. Mandan huevos.

Todas las teóricas convivencias que vemos por el mundo y que nos cuenta la historia son de uno o del otro tipo antes nombrados, o bien cierta mezcla. Y como dicen la mayoría de pensadores actuales, totalmente ficticias a ojos extranjeros o vistos desde la perspectiva de los siglos. O no son convivencia directamente (guetos), o son convivencia por que han apartado su religión a un segundo plano en los “puntos calientes”, como no podía ser de otra forma. Por que si no lo hacían, si no apartaban la religión, no era posible el acuerdo. Y cuanto más la aparten, mejor, evidentemente.

Incluso en el segundo caso tampoco se podría hablar de convivencia de la religión X con Y original, por que X e Y ya no existen: sólo existen los inventos artifícales {X – (a+b+c)} y {Y – (g+h+j)}, fabricados ad hoc para la ocasión. Los que hablan de convivencia de religiones no se dan cuenta que son religiones nuevas, prefabricadas por la razón NO religiosa. Y perecederas, hasta que nuevos cambios sociales (nuevos movimientos migratorios, por ejemplo) obliguen a nuevas modificaciones (que no evoluciones) de la doctrina. La religión, que nos da protección divina, debe ser tocada por el mundano hombre por que realmente no nos proporciona un modelo de convivencia más allá de sus fronteras. Por muchas vueltas que les demos, la religión no está diseñada para convivir con otras religiones, sino para hablar con Dios. Que no es lo mismo.

...y lo dice uno de Hospi, que no ha ido a New York ni Birmania ;)... pero que de payos y gitanos ha vivido un rato (que los dos pueden ser cristianos pero sus costumbres no cuadran ni queriendo... como las de cualquier ciudad o país multicultural).

¿Se puede creer en lo que se quiera mientras no se moleste a terceros?

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Imaginemos que soy un aborigen de una isla paradisíaca (con un volcán en el centro, como toda isla paradisíaca que se precie... y que peta al final de la peli, claro). Pero bueno, eso de momento no pasará en este relato... hay que ser originales.

De entrada, ya me lo imagino: el sol, las palmeras, la arena, la playa. El olor a sal, a vegetación virgen. Digamos que, como cada Luna llena, mi tribu celebraba la fiesta de culto al Dios de la Montaña de Fuego. Subíamos por la ladera, en una festividad alegre y jovial, para dejar una corona de flores en el crater de la cima. Dice la tradición que con esta entrega, el Dios estaba contento y feliz. Nos cuidaba y mimaba, alejando los malos presagios de nosotros. Todo muy buen rollito.

Peeeeero... es que resulta que no es la única tribu de la isla:

Ahora soy un aborigen de otra tribu, en la misma isla. Mi nueva gente nunca han tenido contacto con la primera tribu. Nosotros hacemos una festividad al Dios de la Cima de Fuego. La fiesta, alegre dónde las haya faltaría más, consiste en llevar flores a Dios. Pero no se llevan a la cima, sino que se dejan al pié de la montaña, en la ladera. Porque nadie puede entrar en la “casa” del Dios, en la cima, por que pillaría un rebote del 15 por ese allanamiento de morada divina. Lo dejamos aquí, el vendrá a buscarlo... y cuando vea las flores, estará contento y nos protegerá. Todo, de nuevo, muy buen rollito.

Si si... muy buen rollito, hasta que pasa lo inevitable: un buen día... las dos tribus se encuentran. Y coño... sus costumbre chocan de lleno: una lleva las flores a la cima para que el Dios esté de buenas, y la otra en cambio considera que hacerlo enfadará al suyo (su Dios). Y claro, la primera no va a dejar de hacerlo, por que entonces, según ellos, también se enfadará.. ¿qué hacer?

Vamos a ser muy optimistas, e imaginaremos que con mucha voluntad y pocas ganas de liarla, se podría llegar a una solución de compromiso... “mira, tu, lo llevamos una vez cada dos meses y aquí no pasa nada. Nos creemos que ni un Dios ni el otro se enfadarán”.

Si si, muy bien... pero, inevitablemente, tarde o temprano viene un tifón de la hostia y arrasa media isla, matando a bastante gente. ¿Cuánto tiempo tardarían una tribu en echar la culpa a la otra por cabrear a su Dios debido a las “concesiones” que ha hecho? Cuando han muerto padres, hijos, esposas, hermanos.... y quieres por todos los medios que no vuelva a ocurrir... ¿quién no está dispuesto a asegurarse al máximo ante tal temor de que vuelva a pasar? ¿de anular todas las posibles causas?

Que nadie se engañe. Tarde o temprano... habrá pollo. Hay varios problemas en "todo el mundo tiene derecho a creer en lo que quiera mientras no haga daño a nadie".

El primer gran problema, y posiblemente el más dificil de entender pero mas básico, es pensar que lo que está bien o está mal es universal. Quizá haya cosas que si... pero no todo. Vemos que lo que estaba bien en una tribu era ofensivo para otra. Por ello, no podemos dejar como árbitro al “bien y al mal” para determinar si una ‘fe’ es aceptable: ¿qué ‘bien’? ¿qué ‘mal’? ¿el nuestro? ¿cómo podemos pretender juzgar lo que está bien o está mal de otra creencia ajena a nosotros, cuando nuestro propio concepto de bien o mal está sumamente influenciado por nuestra propia creencia? La frase de “todo el mundo puede creer en lo que quiera mientras no haga daño a nadie...” está presuponiendo erróneamente que a todo el mundo le hace daño lo mismo, que le ofenden las mismas cosas. Y no es cierto! Lo que acaba pasando es que todo el mundo ve bien su creencia por que precisamente es su creencia la que le está diciendo lo que está bien. ¿El aborto?: pues bien o mal según lo que creas, y los demás están equivocados. ¿Las flores al Dios del Fuego en la cima o en la ladera? pues aquí o allí según lo que creas, y los demás están equivocados. ¿La eutanásia? ¿los anticonceptivos? ¿las transfusiones de sangre? ¿el papel de la mujer? ¿lo que es ofensivo? ¿lo que puede acarrear represalias de mi Dios? ¿el extermínio de "los malos"? ¿comer carne? ¿lo que se debe hacer en esta situación? ¿lo que se debe hacer en esta fecha? ¿lo que simboliza esto?... Todos vamos a contestar según lo que nos han enseñado qué está bien o está mal. ¿Cómo solucionar los conflictos? Aquí es donde parece el segundo problema.

El segundo problema, que lo lía todo, es precisamente la fe, la creencia. Porque una creencia no se puede discutir con la razón; es esa su mas honda naturaleza, ya que de hecho forma parte de su misma definición: fe. ¿cómo va a convencer una tribu que es ella la que está en lo cierto en sus ceremonias y no la otra? ¿qué razones, qué PRUEBAS de veracidad? ¿cómo va a ofrecer pruebas de una fe sobre otra fe? Si hubiera pruebas... dejaría de ser fe!! Por eso, todos los conflictos inevitables en las preguntas anteriores, si las respuestas están basadas en fe... ¿cómo se solucionarán? ¿por la razón? ¿qué razón?

El tercer gran problema, que se convierte en enorme, viene cuando esa fe se convierte en nuestra esperanza, en nuestro apoyo vital. Por que entonces es cuando la defendemos mas fuerte. Y es precisamente cuanto más apoyo nos ofrece, mas peligroso es todo el tema. Si de seguir esa fe depende nuestra integridad y la de nuestros seres queridos... ¿quién es el guapo que se pone a negociar sobre eso?

Para acabar de liarla, tenemos el cuarto problema en esta historia en concreto: el pensar que todo ocurre o tiene una razón de ser: “mi hermano, mi madre... han muerto (por el tifón, p.e): coño, pues eso debe ser ‘por algo’. Y si yo he sido bueno... ¿acaso las concesiones que ha hecho mi tribu a mi Dios -que por otro lado es el único que puede provocar tifones- por culpa de la otra, le han enfadado? ¿no será ese el motivo? ¿no es un muy buen candidato a ser el culpable? Pues se acabaron las concesiones... y empiezan las hostias”

Aquí, yo creo, tenemos el cóctel mortal y venenoso de las mayores desgracias. Se disfrazan de intereses económicos o maquinaciones oscuras, pero es sólo miedo e irracionalidad. Lo provoca la falsa trascendencia, la falsa profundidad, la falsa bondad y el dejar lo mas importante de nuestra vida a la fe de las narices.

Puede ser ejercicio de libertad que la peña se apoye en la "fe en algo" para obtener esperanza, para salir adelante si lo necesita. Una mentira piadosa, se dice. Pero es el camino equivocado.. equivocadísimo. Un callejón sin salida. Y cuanto más la necesite la persona, cuanto más consuelo encuentre, peor. Mas radicalismo, mas necesidad, mas miedo a que su apoyo sea falso. Mas miedo a que su protector no exista. Vemos que algo que de forma aislada no es malo (cada tribu por su lado está la mar de contenta), a la que se junta se lía. La cosa es tan inestable, que no hace falta ni un manipulador externo. Todo tiende a caer por su propio peso.

Creer es una falsa libertad. Es ser tan libre como el preso que empapela su prisión con posters de la Costa Brava. Todo el mundo merece estar en el Lloret de verdad con sangría en mano. Dejar que la gente haga de su base vital una creencia ciega es algo no desprovisto de cierta crueldad. Ya no sólo para él, sino también para los que lo rodean. Y cuanta más necesidad tenga y mas apoyo encuentre, mas deberíamos ayudarla a salir. Es un poco como el amor: cuanto más enamorado de la persona equivocada, más tienes que salir por patas. Como en el amor, si la persona no quiere ver la realidad no hay nada a hacer. Pero no nos creamos que la solución es que "así ya está bien".. o en definitiva, que "todo el mundo crea lo que quiera si no hace daño". He intentado hacer ver que el "..si no hace daño" es una utopía.

Lo que tendríamos que intentar es ir, poco a poco, apartando la fe para vivir. Aprender a vivir sin tantas chorradas, sin tantos espejismos inventados, ni tanto miedo disimulao. Siempre se dice que hablando se entiende la gente, que las armas no sirven de nada. ¿Ah si..? ¿y cómo vamos a solucionar un conflicto de fe? ¿hablando y razonando? ¿sobre lo que está bien o está mal? De nuevo ¿cuál ‘bien’, cuál ‘mal’? ¿el que te enseña tu religión...o el que enseña la mía? ¿dejar las flores en la cima es lo correcto... o lo es en la ladera? Me gustaría saber cómo se puede hablar, cómo se puede utilizar la razón, si precisamente la fe, lo primero que exige, es desconectarla.

Ale!